En la vida de los seres humanos existe una alegría que no tiene comparación con ninguna otra. Es la que nace del placer de servir; y es más grata cuando el que recibe es una persona muy necesitada de ella. Es una profunda satisfacción que nos llena de paz, el saber que nuestro esfuerzo cambió la vida de un hermano necesitado; en especial cuando recibió algo tan valioso como conservar la salud, satisfacer su hambre, tener un techo, o abrirse la posibilidad de llevar una vida digna, como a la que todo ser humano tiene derecho.
Las instituciones de asistencia social están a la cabeza del ejercicio de una calidad humana, que todos los hombres poseen como condición natural (en mayor o menor grado). Son además un motor importante del desarrollo social de la comunidad. Es un motivo de sano orgullo personal, el ser parte de una organización que se dedica en cuerpo y alma a buscar el bien de los necesitados; sin pedir nada a cambio, que no sea la satisfacción de estar llevando a cabo la más noble misión que se puede tener en la tierra.
La función que estas instituciones desempeñan, son obligaciones de los gobiernos de los países; por lo que sería de esperarse que ellos financiaran sus operaciones. Por desgracia, esto no sucede así; y la suerte económica de estos organismos no depende de subsidios oficiales, o por lo menos, no en montos sustanciales. Debido a esto, las asociaciones tienen la necesidad de realizar una doble función: prestar sus servicios a la comunidad y al mismo tiempo, procurar financiamiento para solventar dichos servicios.
Por esta doble necesidad, se requiere integrar dos equipos: uno que realiza la labor social y otro que procura los fondos. Pero hay un problema: casi siempre el personal apenas alcanza para atender a los necesitados; y si se dedica a buscar donativos, descuida la razón misma de ser de la asociación. El secreto es ir integrando paso a paso los dos equipos. Para procuración, empezar con una persona cuya meta inicial sea cubrir el costo de su puesto; y que poco a poco vaya integrando un equipo autosuficiente, que sostenga toda la institución.
En este manual hemos reunido ambas partes del problema: organización y recaudación. La experiencia nos ha mostrado que una obra sin sus dos estructuras (administrativa y de procuración de fondos) bien capacitadas, está destinada a vivir agobiada siempre por la falta de recursos y por lo tanto, a realizar una labor muy deficiente. Por el contrario, una institución que sienta su proyecto sobre bases administrativas y humanas firmes, con un buen trabajo de recaudación; tiene un futuro promisorio, de crecimiento, con capacidad para ayudar cada vez a más gente. Es una institución que puede hacer un trabajo social trascendente, positivo, planificado, emprendedor y más profesional; acorde a los tiempos modernos.
Hemos mostrado el rumbo que sigue el camino de una organización exitosa. Ahora todo depende de que enfoques tu proyecto por ese camino, adecuando los conceptos generales aquí expuestos, a la realidad de tu asociación. Implica trabajo y dedicación; pero el premio vale la pena. El premio es que podrás disfrutar cada día tu labor, con tranquilidad económica y sin el agobio constante en que viven aquellas asociaciones que aún no conocen el camino de la profesionalización y la organización, que las puede convertir en una organización exitosa.
Lo que más deseamos, es que este sea el futuro de tu asociación…