Convencionalmente se ha asociado el concepto de utilidad o de ganancia económica al término “empresa”, y por ese motivo, muchas entidades con fines no lucrativos, como las de asistencia social, tienen algunas reservas para comportarse como empresas. Sin embargo, el concepto “empresa” en estricto sentido no es sino una acción ardua y difícil promovida con valor y resolución; es decir, un organismo de beneficencia puede ser tanto o más empresarial que el más acaudalado de los monopolios, porque la tarea que persigue es sumamente compleja y hay en ella la mejor disposición y voluntad para realizarla.
Adoptar los enfoques de las empresas no es sinónimo de “hacer negocio” con una institución de asistencia. La visión empresarial es una actitud, es una manera de conducir a la institución por caminos de organización, de planeación y de buena administración.
Existe una gran cantidad de puntos equiparables entre un organismo de asistencia social y una empresa: normas oficiales que las rigen, obligaciones fiscales, cuestiones laborales y un conjunto de relaciones y de puestos que comparten las mismas finalidades.
Equivalencias de producto, clientes, personal, organigrama
a) Producto
Todos los negocios (industriales o de servicio) tienen un producto final que ponen en manos del consumidor y su éxito depende de lo complacido que éste se siente al utilizar ese producto. Si una empresa fabrica el mejor artículo del mercado para satisfacer al cliente, el organismo ofrece el mejor esquema para servir, aliviar o confortar al que más lo necesita.
b) Clientes
Las instituciones filantrópicas tienen, como cualquier empresa, sus propios clientes. Sus clientes son todos aquéllos que se benefician con el fruto de su trabajo por los demás. Los organismos de beneficencia cuentan entre sus clientes a:
- donantes
- beneficiarios
- voluntarios
- empleados
- miembros del consejo
- otras instituciones
Los donantes son clientes en tanto reciben de la institución la satisfacción de que su donativo se aprovecha para hacer un bien. Los beneficiarios son los receptores directos del servicio. Los voluntarios ponen en práctica, gracias a la obra, su necesidad para trabajar desinteresadamente. Los empleados tienen en la institución una fuente de empleo y la satisfacción de trabajar por el bien de personas necesitadas. Los miembros del Consejo cuentan con una oportunidad de ejercitar su experiencia organizativa, administrativa y de captación de recursos. Finalmente, el organismo puede ser la fuente económica de obras menores u ofrecer sus servicios dentro de proyectos de colaboración interinstitucional.