La donación es la inversión de más alta calidad
Cuando se piensa en el trato que merece el donante, debe equiparársele a éste con un gran inversionista que espera que con su aportación se produzca un cambio para bien de la humanidad (sea cual sea la forma), esa es su ganancia, no dólares, ni acciones financieras, sino beneficios para los más necesitados.
Su condición de inversionista le da derecho, por consiguiente, a recibir información precisa, medible, tangible y confiable del “negocio” en el que ellos arriesgan su capital, deben estar seguros y convencidos de que su inversión es la mejor, la de más alta calidad; en atención a esto, la institución debe garantizar que los donantes se mantengan siempre al tanto del destino de sus ayudas, porque sólo así permanecerán cerca de ella.
¿Quién es el prospecto donante?
Resulta de gran ayuda para el solicitante conocer algunos pormenores de la persona a quien se acerca a pedirle una donación; todos los donantes son diferentes y responden ante una petición de manera individual, única y particular, no es conveniente por tanto, tratarlos de manera similar; hay que indagar un poco sobre sus intereses personales, si ha ayudado antes, a quiénes y cuánto, etc. Esta actitud propicia la familiaridad, la cercanía entre el donante y la institución y puede facilitar el trabajo de petición.
Si otro da… ¿por qué yo no?
Los seres humanos son por naturaleza envidiosos y en las altas esferas de la sociedad se pueden encontrar donantes que deseen competir en materia de altruismo; por ello no resulta descabellado mencionar en una entrevista lo que han dado o están dando otros, esta información predispone o influye significativamente en su voluntad.
Las donaciones “pequeñas”
Ninguna donación, por pequeño que sea su monto, debe considerarse poco importante, porque ella está cargada de la voluntad de quien la ofrece, de su propósito de que sea empleada para producir un bien. Las grandes obras de los seres humanos están hechas a partir de detalles mínimos; del mismo modo opera la beneficencia: sin las ayudas pequeñas no sería posible proporcionar una comida, ni hacer una curación, ni vestir a un niño.