Adquirir compromisos y luego esperar que la Divina Providencia nos resuelva los problemas, equivale a pedirle a Jesús: "haz que estas piedras se conviertan en panes". No queremos parecernos al que le pidió ese favor y por eso vamos a trabajar en su viña; pero “como Dios manda”. Por supuesto que Él nos ayuda, como Padre amoroso que es; pero no va al banco a depositarnos el dinero en nuestra cuenta de cheques…
Dios se encarga de mover el corazón de los bienhechores a la generosidad; pero a nosotros nos toca dar a conocer nuestro proyecto e invitar a las personas a que participen en él. Sin la ayuda de Dios, no vamos a lograr nada; pero tenemos que hacer la parte que a nosotros nos toca, ya que Él siempre hace la suya. Esto nos tiene que quedar bien claro: nosotros debemos hacer nuestra parte y debemos hacerla, de la manera más "profesional" posible.
En este terreno hay que hacer las cosas en orden. Primero una buena campaña de difusión y procuración de fondos, después empezar a recolectar los donativos; y en tercer lugar, una vez que ya sabemos con qué recursos económicos y humanos contamos, vamos a ir tomando únicamente aquellos compromisos que sí podamos cumplir. Hacer las cosas en este orden, es “ser profesionales”.
Es muy doloroso negar el apoyo a personas necesitadas que acuden a nosotros, cuando no tenemos los recursos para hacerlo; pero es algo a lo que todos tenemos que aprender. Es parte del cambio personal que cada uno de nosotros debe hacer, para profesionalizarse. Es indispensable hacer este cambio de actitud en nosotros mismos; porque el que quiere hacer más de lo que puede, termina haciendo mal, lo que sí iba a hacer bien.
El amor hace milagros, ...cuando va acompañado de un trabajo muy profesional.
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